...Placer...
Era un día lluvioso y nublado, fuera hacía mucho frío pero dentro…dentro se respiraba fuego, la temperatura superaba todos los límites. La habitación estaba semioscura y en silencio…roto sólo por el sonido de 2 respiraciones agitadas y algún que otro gemido. El suelo estaba cubierto de ropas desordenadas y en la cama se distinguían 2 bultos cubiertos por las mantas. Éramos nosotros, el uno junto al otro y vestidos con nuestra mejor ropa: la desnudez.
No sé si calificarte de ángel…o demonio. Te llamaría ángel cuando tus labios rozaban suavemente mi cuello, mis pechos, mi vientre…cuando tus caricias ascendían por mis brazos lentamente para perderse en mi cara o en mi pelo. Te llamaría demonio cuando hacías saltar chispas, cuando aumentabas mi temperatura rápidamente, cuando tu lengua exploraba sitios prohibidos y mi cuerpo se estremecía con sensaciones insospechadas.
Ángel o demonio, fuego o hielo, pasión o dulzura…lo eras todo resumido en una palabra: PLACER.
Y yo diría que más bien eras un ángel, un ángel del deseo, porque me hiciste tocar el cielo con la punta de los dedos sólo con entrar en mí. Me pregunto si aún siguen en tu espalda las marcas incandescentes de mis uñas o si tu cuello aún lleva escrito la palabra pasión en forma de mordisco. Me pregunto si aún sientes mi respiración agitada junto a tu oído o mis labios húmedos rozando tu cara, o mis manos que de vez en cuando se aferraban a tu pelo.
Yo sí te recuerdo dentro de mí con la misma fuerza, con el mismo calor, con la misma intensidad, con la misma pasión…yo todavía te siento, y ojalá pudiera hacerlo de nuevo, una y otra vez, noche tras noche, sin más comida que nuestros cuerpos, sin más agua que nuestro sudor, sin más ocupación que comernos el uno al otro, sin otro destino que no sea el cielo…
MARISOL